En un triste relato de devastación ambiental, la región de Galicia enfrenta este agosto una ola de incendios que ha consumido cerca de 154.888 hectáreas, cifra alarmante que refleja el impacto destructivo de las llamas en tan solo unas semanas, con casi 30.000 hectáreas arrasadas recientemente.

Los datos proporcionados por el Sistema de Información de Incendios Forestales del programa europeo Copernicus revelan un panorama desolador. En la provincia de Ourense, el área calcinada ha alcanzado las 151.419 hectáreas, un incremento significativo desde las 122.754 hectáreas reportadas a inicios de semana. Otras provincias no escapan a esta tragedia: A Coruña cuenta con 1.533 hectáreas quemadas, Pontevedra 1.326 y Lugo 610.

A nivel nacional, las cifras alcanzan una magnitud alarmante, con un total de 391.581 hectáreas afectadas en lo que va del año. La mayoría de esta superficie se ha incendiado en agosto, despuntando de las 41.903 hectáreas del 29 de julio a más de 350.000 hectáreas en las últimas dos semanas, un contraste escalofriante que señala la gravedad de la situación.

Las proyecciones son desoladoras. De continuar esta tendencia, el año 2025 podría convertirse en el más devastador del siglo XXI en términos de superficie arrasada, según advierte WWF, basándose en datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). La última vez que se registraron cifras tan alarmantes fue en 1994, cuando se quemaron 437.602,50 hectáreas.

Particularmente en Galicia, esta crisis es considerada la segunda peor ola de incendios en su historia, solo superada por los devastadores incendios de 2006, que quemaron aproximadamente 95.000 hectáreas. En la situación actual, la Xunta reporta que casi 68.000 hectáreas han sido consumidas, mientras que los tres incendios más destructivos de la historia gallega continúan activos, provocando una profunda preocupación en la comunidad: Larouco (más de 20.000 hectáreas), Chandrexa de Queixa (18.000 hectáreas) y Oímbra-Xinzo (15.000 hectáreas).