24h Galicia.

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Rueda rechaza unirse al llamado de Pradales e Illa sobre el gallego en la UE, considerado de "impacto limitado".

Rueda rechaza unirse al llamado de Pradales e Illa sobre el gallego en la UE, considerado de

En una reciente declaración, el presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, decidió no involucrarse en la iniciativa propuesta por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, y el lehendakari Imanol Pradales. Esta carta, dirigida a los ministros de Exteriores de los países de la Unión Europea, solicitaba el reconocimiento del catalán, el gallego y el euskera como lenguas oficiales dentro de la UE.

Fuentes cercanas a la Xunta confirmaron que Rueda fue invitado a formar parte de esta misiva, aunque se indicó que no se discutió el contenido de la misma, y el presidente gallego optó por rechazar la propuesta.

La Xunta destacó que su postura respecto a este tema es clara y ha sido reafirmada de manera unánime en el Parlamento de Galicia hace un par de meses. Según afirmaron, hay prioridades más significativas para el futuro del gallego que simplemente elevar su estatus administrativo en el ámbito europeo.

Asimismo, el Ejecutivo gallego subrayó que el "crédito decreciente" del Gobierno español en Europa debería dedicarse a la negociación de más fondos destinados al sector primario, en lugar de enfocarse en decisiones que tendrían un impacto limitado en la promoción del idioma gallego.

El gobierno autonómico también expresó su "total dedicación" hacia el presente y el futuro del gallego, subrayando su relevancia y valor. En este sentido, reafirmó que no permitirá que el idioma sea utilizado como un elemento de intercambio en las negociaciones entre el Gobierno español y el independentismo.

La carta enviada por Illa y Pradales, redactada en inglés y con referencias a figuras literarias que han contribuido en las lenguas mencionadas, sostiene que tras cuatro décadas de la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, es momento de culminar el proceso de reconocimiento de estas lenguas como oficiales en el seno de las instituciones europeas.

Argumentan que esta solicitud, que tiene su origen en años anteriores, es una cuestión que ha sido comprometida desde mucho tiempo atrás. Aseguran que las garantías ofrecidas a otros países miembros por España deberían ser suficientes para resolver lo que consideran una "anomalía" que puede ser rectificada fácilmente.

Recordaron que en 1985 se planteó este asunto durante las negociaciones para la adhesión, pero el debate se dejó de lado. Sin embargo, la demanda por igualdad en derechos lingüísticos ha persistido, ejemplificada por los acuerdos alcanzados en 2005 para el uso de estas lenguas en instituciones comunitarias.

Las autoridades resaltan que el catalán, el gallego y el euskera son hablados a diario por millones de personas y poseen niveles de producción cultural y comunicativa que son comparables a los de otras lenguas ya reconocidas como oficiales.

Illa y Pradales sostienen que la historia, la cultura y la identidad españolas están profundamente ligadas al multilingüismo, al igual que el propio concepto de Europa: "No se puede concebir Europa y España sin las contribuciones contemporáneas del catalán, gallego y euskera".

También enfatizan que el reconocimiento del multilingüismo en España ha sido un proceso complicado, marcado por períodos de negación y represión, aunque se ha recuperado con la restauración de la democracia.

Por esta razón, y respaldándose en la Constitución, afirman que estas tres lenguas son ahora completamente oficiales y se utilizan en todos los aspectos de la sociedad, siendo fundamentos esenciales para la cohesión social.

Ambos líderes consideran que esta reivindicación constituye una demanda de justicia lingüística que cuenta con un sólido apoyo social, ampliando así los principios fundacionales de la UE, y que sería difícil de justificar ante la ciudadanía española que este tema no se resuelva de manera satisfactoria.

Se plantean la pregunta de cómo podrían explicar a la ciudadanía que una Unión Europea fundamentada en el principio de "Unidos en la diversidad" imponga un modelo de "un estado, una lengua" a una población que se identifica como parte de un Estado multilingüe.

Para los mandatarios, lograr la oficialidad de estas lenguas también es un medio para fortalecer el sentido de compromiso e identificación de la ciudadanía con la UE, y el reconocimiento por parte de las instituciones europeas sería el mensaje más claro: "Ha llegado el momento de concluir un proceso de cuarenta años. Ha llegado el momento de reforzar Europa y su diversidad", concluyen.