
La situación de los incendios forestales en Galicia presenta un panorama complejo, aunque se comienza a percibir un leve alivio. En la provincia de Ourense, que ha sufrido la mayor embestida de estos focos, se ha logrado contener un incendio, reduciendo así el número a siete focos activos. Este descenso es un rayo de esperanza en medio de una crisis que ha devastado casi 73.000 hectáreas, incluyendo áreas controladas y estabilizadas.
Santiago de Compostela, 20 de agosto. El último informe de la Consellería de Medio Rural indica que, por primera vez desde que estallaron los incendios hace casi dos semanas, la superficie afectada no ha aumentado. Sin embargo, estamos ante una de las peores oleadas de incendios en la historia gallega, solo superada por la catástrofe de 2006, que arrasó 95.000 hectáreas.
El incendio que se ha convertido en el centro de preocupaciones es el que comenzó el pasado miércoles en Larouco, abarcando ya aproximadamente 20.000 hectáreas y estableciendo un triste récord en la historia de incendios de Galicia. Este fuego no solo ha afectado a Larouco, sino que sus llamas se han extendido a otros nueve municipios aledaños.
Para afrontar la magnitud de esta emergencia, se han movilizado numerosos recursos: 39 técnicos, 147 agentes, 190 brigadas, 149 motobombas, 11 palas, y un despliegue aéreo que incluye 10 helicópteros y 15 aviones, además de la colaboración de la Unidad Militar de Emergencias (UME), un esfuerzo coordinado ante la gravedad de la situación.
Asimismo, el incendio que comenzó en Chandrexa de Queixa sigue activo, afectando a varios municipios y habiendo quemado ya unas 18.000 hectáreas. Este incendio también se ha fusionado con otros dos focos, complicando aún más las tareas de extinción que ya cuentan con la asistencia de cientos de profesionales y miles de recursos material.
También en Ourense, el incendio de Oímbra, que se inició el 12 de agosto, ha consumido 15.000 hectáreas, mientras que otro foco en A Mezquita, que también ha impactado a zonas de la provincia de Zamora, ha arrasado 10.000 hectáreas. Esta situación es un recordatorio crudo de la fragilidad de nuestros ecosistemas.
Los servicios de extinción siguen luchando contra incendios en diversas localidades, y se han reportado también focos menores en la parroquia de Moailda y en Carballeda de Avia. Nuevos esfuerzos se implementan en Carballeda de Valdeorras, donde se ha detectado un incendio reciente que ya afecta a 20 hectáreas.
Sin embargo, también hay noticias alentadoras. Algunos incendios han sido considerados estabilizados, incluyendo el de Montederramo y el de Maceda, lo que permite respirar un poco más al equipo de extinción y a las comunidades afectadas. La extinción del foco en San Cibrao das Viñas es un pequeño triunfo, con un área afectada limitada a 40 hectáreas.
A pesar de que se mantiene la alerta en Ourense debido a la situación crítica, no se han registrado nuevas evacuaciones y las principales vías de comunicación permanecen abiertas, lo cual es un alivio para los habitantes de la zona. La lucha contra los incendios en otras provincias como A Coruña, Lugo y Pontevedra muestra que se sigue trabajando para controlar múltiples focos, pero aún queda un largo camino por recorrer.
Es crucial que la sociedad gallega y el resto del país reflexionen sobre la importancia de la prevención y el cuidado de nuestros bosques, ya que enfrentamos no solo pérdidas materiales, sino un profundo impacto en nuestro medio ambiente y patrimonio natural.
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