El mapa local de Galicia se mantiene casi intacto después de casi dos siglos, con la necesidad de reestructuración pendiente.
La falta de consenso político y el arraigo dificultan los cambios pese a los intentos por impulsar las fusiones
SANTIAGO DE COMPOSTELA, 28 Sep.
En Galicia, el mapa administrativo ha permanecido prácticamente sin cambios en cuanto al número de ayuntamientos desde hace casi dos siglos, a pesar de los esfuerzos por reducir municipios para combatir la despoblación y mejorar la eficiencia en la prestación de servicios.
Según el profesor Alejandro Otero, la estructura municipal de A Coruña, Pontevedra y Ourense se remonta a 1836, mientras que la de Lugo se estableció en 1840. Estos cambios se dieron en una época de sublevación carlista, donde se buscaba eliminar las "unidades parroquiales" para evitar posibles estructuras de contrapoder.
Desde entonces, el mapa municipal gallego se ha mantenido mayormente estable, con fusiones, anexiones y segregaciones que han afectado principalmente a las ciudades, según destaca Otero.
En el siglo XIX, hubo acuerdos y desacuerdos que llevaron a la independencia temporal de algunas localidades para luego volver a integrarse en sus municipios originales. En el siglo XX, los cambios principales se centraron alrededor de las grandes urbes, que incorporaron municipios adyacentes.
A pesar de la estabilidad, los expertos advierten que los municipios más pequeños del rural podrían enfrentar problemas con la despoblación, lo que podría resultar en administraciones débiles para la prestación de servicios, conocido como "inframunicipalismo".
Ante esta situación, surge la idea de agruparse, comarcalizarse, mancomunarse o fusionarse, con el objetivo de mejorar la eficiencia y la gestión de los servicios. Sin embargo, la falta de consenso político y social ha sido un obstáculo para impulsar cambios más significativos.
A pesar de los intentos por fomentar fusiones, como se hizo en la reforma de la Ley de Régimen Local en 2015, el impacto ha sido limitado en Galicia, con casos como Oza-Cesuras y Cercedo-Cotobade. El sentimiento de identidad y las razones políticas han contribuido al rechazo general hacia las fusiones municipales.
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