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El Papa Francisco, sin visitar Santiago, impulsa un nuevo Xacobeo y llama a reflexionar sobre el Camino.

El Papa Francisco, sin visitar Santiago, impulsa un nuevo Xacobeo y llama a reflexionar sobre el Camino.

El reciente fallecimiento del Papa Francisco ha dejado un vacío significativo en la comunidad católica internacional, especialmente en relación con uno de los destinos de peregrinación más importantes, Santiago de Compostela. A pesar de que su visita a esta emblemática ciudad española fue un tema recurrente en discusiones desde 2015 y durante los años 2021-2022, nunca se concretó, debido a diversas complicaciones de salud y circunstancias externas.

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 21 Abr. — La noticia de la muerte del Papa Francisco, que se produjo el pasado lunes a los 88 años, ha impactado no solo a los fieles, sino a todo el mundo. A diferencia de sus predecesores, el Papa, nacido Jorge Mario Bergoglio, no llegó a realizar la prometida peregrinación a Santiago de Compostela, aunque mantuvo un vínculo simbólico con este lugar. Su legado incluye la declaración de un doble Año Santo y un llamado a reflexionar sobre el verdadero sentido de la peregrinación jacobea.

El Papa había estado lidiando con problemas de salud y, aunque había recibido el alta médica el 23 de marzo, su condición general era fuente de preocupación. A pesar de su estado, se le vio interactuando públicamente en varias ocasiones, incluyendo una reunión con el vicepresidente estadounidense, JD Vance, justo antes de su fallecimiento.

Ingresado en el Hospital Policlínico Agostino Gemelli a mediados de febrero, su situación de salud se complicó debido a una bronquitis que evolucionó hacia una neumonía bilateral. Después de más de un mes en el hospital, fue dado de alta, pero su fragilidad se hacía evidente cada vez que aparecía en público, como ocurrió durante eventos de Semana Santa en la Plaza de San Pedro.

El pontífice hizo un esfuerzo por mantener su conexión con los fieles, incluyendo una visita a la cárcel Regina Coeli, donde se reunió con reclusos, una acción que refleja su compromiso con la inclusión y la justicia social. Sin embargo, su presencia no pudo reemplazar el anhelo que dejaron las expectativas de su ansiada visita a Santiago, que había sido discutida en numerosas ocasiones y había generado esperanzas tanto en España como en el Vaticano.

A lo largo de los años, la posibilidad de que Francisco realizara esta peregrinación a la tumba del Apóstol se planteó con frecuencia, especialmente en el contexto de la declaración del Año Santo 2021-2022. A pesar de un encuentro en junio de 2021 con Alberto Núñez Feijóo, entonces presidente de la Xunta, y de otras invitaciones, la visita nunca se concretó, a menudo frustrada por su salud y por el contexto político e institucional que rodeaba a la Iglesia.

El Papa dejó claro en varias ocasiones que su posible visita a Santiago no sería una simple escala en España, lo que añade un matiz de profundo simbolismo a su trayectoria. Su decisión de no visitar la ciudad se entrelaza con los problemas que ha enfrentado la Iglesia, incluyendo los escándalos de pederastia que han afectado su imagen global.

A pesar de no haber peregrinado físicamente, su resonancia con la ruta jacobea se mantiene. Francisco se mostró siempre dispuesto a recibir a peregrinos, haciendo hincapié en la importancia de la reflexión acerca de lo que realmente significa emprender el Camino de Santiago. En una audiencia con peregrinos italianos, subrayó la necesidad de distinguir entre una verdadera peregrinación y otras motivaciones que lo acompañan en la actualidad.

Además, aunque no se reunió directamente con el actual presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, otros líderes y colectivos gallegos han establecido diálogos con el Papa. En 2022, por ejemplo, una delegación de empresarios gallegos tuvo la oportunidad de presentar sus inquietudes en el Vaticano, donde el Papa instó a crear una economía más ética que beneficie no solo a unos pocos, sino a toda la comunidad, especialmente a los más vulnerables.

La partida de Francisco marca no solo el fin de una era, sino también un llamado a la reflexión sobre los valores que deben prevalecer en la Iglesia y en la sociedad contemporánea. Su legado, tanto espiritual como social, permanece en la discusión sobre el Camino de Santiago y el papel que la Iglesia debe desempeñar en un mundo que busca más que nunca la justicia y la equidad.